jueves, 26 de agosto de 2010

Oscuridad

Todo lo que sentía, se convertía en dolor. Su propia respiración le dolía, y se sorprendía a sí mismo por ser capaz de seguir haciéndolo, a pesar de que sus fuerzas le estaban dejando poco a poco. Incapaz de moverse, incapaz de pensar, sólo podía sentir. Dolor, miedo, dolor, angustia, dolor, sorpresa, dolor...

Hacía ya un buen rato que notaba punzadas de dolor periódicas, como pequeñas vibraciones. Lo estaban moviendo, y el traqueteo... se transformaba en más dolor. Pero no podía gritar, no le quedaban tantas fuerzas. No tenía fuerzas ni para abrir los ojos, ni para poner una mueca de dolor. Estaba consciente, pero era como si no lo estuviera. Parecía que su conciencia se había quedado en la batalla, llorando por las almas que se habían perdido por un pedazo de tierra y por una pizca de libertad. ¿Habría sobrevivido alguien más? No lo veía probable, aquello había sido tan cruento, tan... horrible, que cualquier esperanza parecía vacía, fría y lejana.

El maldito dolor no paraba, seguía sintiendo punzadas constantes, aunque al menos no sentía el dolor de la pierna izquierda. Hacía bastante que había perdido la sensibilidad de la pierna, pero no podía preocuparse por eso ahora, en realidad, no podía preocuparse por nada, tan solo quería... desaparecer.

Era incapaz, completamente incapaz de imaginar una sola razón por la que siguiera vivo. No tenía ningún sentido, no encajaba, no podía ser cierto. "Quizá estoy muerto, y este es mi purgatorio. Supongo que me merezco sufrir una lenta y eterna agonía después de todos mis errores... si tan sólo... si pudiera haberme despedido de... pero no, ella merecía a alguien mejor. Supongo que así... será capaz de encontrar un hombre que de verdad pueda hacerla feliz, que pueda... protegerla. Si no hubiera caído, si todavía tuviera fuerzas para levantarme, yo... pero al menos, él ya no podrá hacerle daño a nadie más..." Finalmente perdió la conciencia y se desvaneció.

En otro lugar, bastante lejos de allí, una joven vidente estaba meditando. Estaba sentada, con sus piernas cruzadas, en la posición de la mariposa. Quería comprender qué había sentido unos instantes antes. Había sido una especie de... vibración, una sensación muy desagradable, en lo más profundo de su corazón. Una visión borrosa pasó por su mente:

Él -la joven se encontraba dentro de otra persona, un muchacho no mayor que ella- estaba de pie enfrente de un hombre que le sacaba varias cabezas y que llevaba una especie de armadura de un intenso color rojo sangre y todo a su alrededor era muerte, al parecer, eran los dos únicos supervivientes en el campo de batalla, los dos generales de los ejércitos enemigos. Este gigante, tenía una enorme maza en su mano derecha que blandía con una terrible fiereza -un frío sudor cayó por la espalda de la joven muchacha, tenía miedo por el muchacho-. El hombre de la armadura cogió al otro hombre por el cuello con su mano izquierda, y descargó violentamente su maza en la pierna izquierda de su rival, quebrándola. El joven rugió, como un león que entra en la batalla, como, si un ejército entero llegara al combate. Aquél rugido le dio ventaja, pues el gigante se sorprendió y soltó su cuello. El muchacho cayó al suelo, al no poder apoyarse en su pierna izquierda, pero, a la vez que volvía a rugir, con la ayuda de su espada, se irguió.

El gigante, recompuesto, intentó golpear de nuevo al muchacho con su maza, pero esta vez, fue incapaz de hallar su blanco, puesto que el muchacho, extrañamente ágil a pesar de su herida, cercenó la muñeca de su rival con un grácil golpe de su espada. Sin piedad, sin remordimientos. Parecía que el joven guerrero había dejado a un lado sus sentimientos. Su rostro, duro y frío como el hielo más profundo, demostraba que no estaba consumido por su ira, estaba... calmado. El gigante cayó entre berridos y sollozos al suelo, cubriéndose el muñón con la otra mano. El muchacho, por el contrario, avanzó cojeando, hasta estar a la altura de la cabeza de su rival, y le puso el filo de su espada en el cuello, no quería matarlo, quería que se rindiera, para que pudiera ser juzgado por sus actos.

Tras lo que pareció una eternidad, el gigante se puso de rodillas, suplicante. El muchacho, confiando en el honor de su rival bajó su arma, cosa que no debería haber hecho. El gigante, con una rapidez asombrosa, sacó una daga de su bota, y la clavó en el muslo del muchacho, un poco por encima de su rodilla fracturada, y trató de desgarrarlo. Sorprendido, y sin fuerzas, el chico golpeó al gigante con todas sus fuerzas, para apartarlo y que no terminara de desgarrar su músculo y cayó de bruces, momento que su rival aprovechó para atacarlo por la espalda, infligiéndole una herida que cruzaba toda su espalda, desde el hombro izquierdo, hasta la cadera derecha. Confiando en haber mermado todas las fuerzas del joven general, el gigante buscó una espada, para descargar el golpe fatal sobre su víctima. Entre tanto, el malherido guerrero conseguía, con dificultad, darse la vuelta. Entonces lo vio. Sus ojos se encontraron con los de su rival, que había subido su brazo izquierdo hacia el cielo, para tener más fuerza en su golpe. Cuando la espada comenzó a caer, y el joven general se veía sin fuerzas, alguien susurró en su cabeza un débil "no te rindas, me lo prometiste, prometiste que volverías a verme".

La vidente perdió por un instante la concentración, y su visión se desvaneció, a la vez que escuchó un golpe seco. Las lágrimas recorrían sus mejillas, y se veía incapaz de cerrar el grifo. Al fin tenía su respuesta. Sabía por qué había sentido esa sensación tan horrible en lo más profundo de su corazón. Sabía que nunca podría volver a verle, y lo que era peor, sabía que su único amor no podría encontrar la paz, porque había muerto a manos de un monstruo. Aquel demonio sellaba las almas de todos los que mataba, y las sometía a su voluntad, utilizándolas para toda clase de rituales oscuros...

La guerra había comenzado, y la luz había perdido a uno de sus mejores guerreros...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno me ha gustado la historia en si. Como esta redactada , pero creo q me falta algo x leer porque no he entendido mucho lo de la vidente . Es su amada no? jejeejej igualmente siguela porque me he quedado con ganas de saber mas ^^.

Nosferes dijo...

Muy buen relato. Me ha dolido y todo cuando he leído la parte en la que le da con la maza en la pierna...

Actualiza más a menudo :P

Un saludo!!

Naitaal dijo...

Gracias a ambas ;D. Mi intención es terminar este relato, pero que dure unas cuantas entradas más...

¿Qué pasará? ta-chan, ta-chan >.<.

Victor M. Yeste dijo...

Muy bueno. Seria un magnifico primer capitulo de un libro. Deberias pensar seriamente en continuarlo, pero en forma de libro, porque estoy seguro de que conseguirias crear una obra genial :)

Naitaal dijo...

:$ gracias Vic xD. Te lo voy a tener en cuenta y lo voy a poner en mi lista de proyectos ;D.

Gracias por los ánimos y el apoyo^^.