sábado, 28 de agosto de 2010

Bondad

Un suave empujón en el hombro lo alejó de su ensueño. Podía ver como el rostro de su amada se desvanecía en una voluta de humo, entre sus dedos, mientras trataba de abrir sus ojos. Le costaba un considerable esfuerzo tratar de abrir sus ojos, así que pensó que había pasado bastante tiempo con ellos cerrados. Tras varios minutos, un tanto angustiosos, consiguió abrirlos por fin, aunque todo lo veía como si un velo de oscuridad cubriera su rostro. Todo lo percibía borroso, y le costaba bastante distinguir las siluetas de los objetos y de las personas. Conforme avanzaba el tiempo, empezó a ver las cosas más nítidas, pero aun así todavía estaba lejos de recuperar su visión normal.

Allí a su lado había tres personas, y le pareció que dos eran los niños cuyas risas había oído un rato antes. La otra silueta que apreciaba era bastante más corpulenta, con una anchura considerable, por lo cual supuso que era un hombre. Volvió a cerrar los ojos, frustrado. Le molestaba mucho no poder distinguir las cosas que veía, era una sensación tan desagradable...

- ¿Estás bien, muchacho? -le preguntó la silueta corpulenta, mientras le secaba el sudor con una toalla.- Llevas cinco días en cama, sin apenas moverte y sin probar bocado, y estamos un poco preocupados por ti. Estas heridas no son normales, y lamentablemente tendrás que pasar aquí bastante tiempo para recuperarte. Además apenas sabemos nada de ti, salvo que eres del ejército de Mitabre, y que conoces a una chica llamada María... lo demás, es un misterio -al decir esto, ladeó la cabeza, mirando a las otras siluetas, y les susurró algo inaudible. Éstas salieron de la habitación sin hacer mucho ruido-. Mi nombre es Pablo, por cierto.

- ¿C... -al intentar hablar por primera vez en días, sus cuerdas vocales no querían colaborar. Hizo un desagradable sonido gutural, grave y profundo, que para nada se parecía a lo que quería decir. Notaba el sabor de la sangre en su boca, y tenía que escupirla. Cuando se incorporó, muy poco y muy despacio, debido a sus heridas, la silueta del hombre le acercó un recipiente y le dijo "escupe ahí". El joven le hizo caso, y tras escupir aclaró su garganta un par de veces.- ¿Cómo... sabes...

- No te esfuerces -le interrumpió Pablo, colocando una mano sobre su hombro derecho-. Ahora te traeré un poco de agua, quizá entonces hablar te suponga menos esfuerzo.

Pablo dejó la habitación y volvió con una jarra de cerámica y un par de cuencos pequeños. Ahora el muchacho era capaz de distinguir qué ropa llevaba, y que su pelo estaba lleno de canas. También advirtió una cicatriz en una de sus mejillas, y le pareció ver la punta de un tatuaje en el cuello.

- Ten, con esto seguramente te encontrarás mejor -le dijo mientras llenaba uno de los cuencos con agua y se lo pasaba-.

- Gracias... -cogió el cuenco con avidez y se lo bebió de un trago, lo que le hizo toser. Hacía tanto que no bebía, que su garganta estaba muerta, apenas admitía nada, y tal cantidad de agua de golpe, había producido que se cerrara.-

- Con calma, hombre, que tengo más agua -dijo Pablo entre risas-.

Ambos estuvieron un rato bebiendo agua y sin intercambiar muchas palabras. La sensación del agua fría era fantástica. El muchacho podía sentir cómo sus células iban regenerándose poco a poco, llenándose de más vida. Ahora ya no le sorprendía tanto estar vivo, era una sensación increíble. Empezaba a comprender por qué se decía eso de que el agua era el componente más importante de la vida.

- ¿Cómo sabe que conozco a una mujer llamada María? -preguntó el joven, esta vez sin apenas esfuerzo-.

- Bueno, muchacho, no dejabas de repetir su nombre en sueños...

- Vaya... -una media sonrisa asomó en su rostro, una que reflejaba cierta sorpresa, y un poco de alegría-. Supongo que, después de todo, tiene lógica. Permítame que me presente. Mi nombre es Félix, y estoy al mando del ejército de Mitabre...

- No me trates de usted, me hace sentir más viejo de lo que soy -le interrumpió Pablo-. Vaya vaya, al mando del ejército, ¿a tu edad? no debes tener más de treinta años, ¿me equivoco?

- No, estás en lo cierto. Ahora mismo tengo veinticinco años. Me pusieron al frente del ejército hace un par de años, poco después de que...


3 comentarios:

Nosferes dijo...

Después de quééééé? Nos cortas siempre en el mejor momento jaja.

Tendrás que hacer un libro... juju.

Hace mucho tiempo que la escribiste? o la vas escribiendo poco a poco.

Saludos!!

Naitaal dijo...

Lo voy escribiendo sobre la marcha, me levanto, me siento y escribo un poco xD. Si veo que ha habido algún comentario continuo, si no, me da pereza y paso xD.

Al final no he ido a verte al curro >.< pero es que hemos quedado un rato antes para comprarle el regalo de cumple a Héctor, y como me he levantado tarde y tal...

Hacer un libro está entre mis planes, no te creas xD.

Un besico^^.

Anónimo dijo...

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