sábado, 13 de agosto de 2011

Morgana's Dream (Part One)

“Había caído la noche y Elena avanzaba por un callejón oscuro, con un suelo pedregoso cubierto de paja y excrementos de caballo, lo cual era una suerte, o habría despertado a toda la gente de la aldea. Tenía prisa y nadie podía ver lo que iba a hacer. Se alejó serpenteando entre las casas, moviéndose entre las calles cercanas a la calle mayor. El ritual de Samhain se realizaba la noche del treinta y uno de octubre, era la festividad celta más importante del año, pero su significado había sido tergiversado y perseguido por la iglesia católica. El “Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición” había perseguido a mucha gente cuyas raíces no eran claras, o cuyo credo se ponía en duda. Y últimamente los peores parados eran aquellos a los que la Iglesia todavía consideraba celtas, porque, si bien hacía cientos de años que los celtas habían sido subyugados en la península ibérica por los romanos, y desde entonces no habían tenido ocasión de recuperar su credo, la Iglesia mantenía que los celtas eran las semillas del diablo.

Los católicos afirmaban que los celtas eran tentados por el diablo, disfrazado con uno de sus muchos disfraces. Y algunos sacerdotes incluso iban más allá, y defendían que los primeros celtas eran seres antropomorfos, pero de ningún modo humano. Algo así como sátiros, con la mitad superior humana, y la inferior de carnero, lo que sería una clara muestra de su origen, concebidos por Lucifer en su forma de macho cabrío, con una bruja. Así que considerando estos pensamientos, es lógico que el cristianismo persiguiera a los celtas con más ahínco que a los demás. Pero había otra razón. Una razón más oscura que nunca sería confesada a ningún profano a los ojos de la iglesia, y que tenía un origen mucho más místico. Los sacerdotes cristianos, poderosos sólo en palabras y gracias a la fe que sus fieles les profesaban, temían el poder de los druidas celtas, porque ellos, además de ser respetados y reverenciados por sus fieles, sí podían obrar milagros, muchos para bien, pero algunos para mal. Y eso era algo que no se podía permitir, jamás debería haber otro Merlín en la historia, o sería el fin del cristianismo.

Estando así las cosas, los celtas, druidas o no, eran considerados el enemigo público número uno, junto a los brujos. Por eso tenían que estar siempre alerta, y nunca dejarse ver por extraños. Por eso, siempre que iban a hacer algún ritual, buscaban refugio en los frondosos bosques que rodeaban las aldeas, y siempre lo hacían de noche. Pasaban bastante tiempo organizándose, y solían elegir noches o muy oscuras, con luna nueva para que fuera más difícil seguir su rastro, o noches muy claras, generalmente de luna llena, para poder orientarse mejor en el bosque. Dependía del clima y la época del año. También había veces que toda su organización se iba al garete por una tormenta, o por las nubes, aunque las nubes no eran problema para un druida, podían desplazarlas sin llamar la atención con un conjuro menor.

Aquella noche era una de esas noches de luna llena, que deberían tener buena visibilidad, pero había un manto de nubes cubriendo el cielo. Elena se aprovechó de eso para salir de la aldea, y no tenía pensado conjurar el viento para que despejara el cielo hasta que llegara al bosque, pero algo salió mal. Justo cuando salió del pueblo y llegó al camino, un fuerte viento empezó a soplar, llevándose las nubes hacia el sur, alejándolas del bosque y de la aldea. Mientras, Elena seguía en el camino, petrificada. No podía permanecer de pie en aquel lugar, pues lo único que la protegía era su capucha, que cubría su rubia melena, de no ser así, la reconocerían nada más verla, pues era la única mujer de la aldea a la que el rubio cabello le llegaba hasta la cintura. Justo cuando estaba saliendo del camino, encorvada para ocupar menos y pasar desapercibida en aquel paraje gris, un cuervo graznó en el bosque, lo que despertó a los vigilantes de la torre situada al pie del camino que llevaba hacia el bosque. De otro modo, no habrían visto la pequeña figura encapuchada que había en el camino. Estando ya totalmente despiertos, sin pensárselo dos veces ambos guardias cogieron sus arcos, y con el carcaj a la espalda, empezaron a lanzar saetas a aquella sombría figura. Era una suerte que las nubes hubieran desaparecido, así tenían una buena visión de la presa, y gracias a la altura, no tendrían muchas dificultades para acertarle. En efecto, apenas tras cinco lanzamientos, una flecha impactó en el objetivo, que se desplomó. Cuando iban a bajar a ver qué demonios era aquello, un rugido ensordecedor los congeló en el sitio, desgarrando sus corazones de una manera tan cruel, que se desplomaron en el sitio, inconscientes, y con las lágrimas recorriendo sus rostros desencajados.

Elena, malherida en el camino, no tenía muchas opciones. La flecha atravesaba su hombro derecho, y estaba perdiendo bastante sangre. De todas formas había sido afortunada, dentro de toda la mala fortuna que se había conjurado aquella noche, pues la flecha atravesaba limpiamente su trapecio, no había tocado hueso, y no era una herida mortal, pues no tocaba ningún órgano interno. A pesar del dolor y de todo lo que le quedaba por hacer aquella noche, Elena rió. Esos conocimientos de anatomía serían penados con la hoguera si la inquisición supiera que los poseía, y sin embargo, le iban a salvar la vida. Se irguió como pudo y se recostó contra el árbol más cercano. Entonces, con su mano izquierda desgarró su vestido con la ayuda de un pequeño cuchillo, y se metió la tela que arrancó en la boca. Entonces, dejándose los dientes contra aquél improvisado mordedor, partió la parte de la flecha que sobresalía por su espalda, para poder sacarla por delante sin hacer más grande y dolorosa la herida. Una vez hubo sacado la flecha, y secado la zona, se levantó y se acercó al río. Siguió desgarrando su falda. Esta vez cogió un poco de tela para humedecerla y limpiar ambos orificios de la herida. Se sentó, y siguió recortando la falda. Ahora le llegaba sólo por encima de las rodillas, sería vergonzoso que alguien la viera así, pero su vida era más importante. Con la tela que extrajo de su falda, taponó como pudo la herida, y emprendió el camino hacia el bosque, una vez más. Pero, una vez más, algo salió mal. En cuanto apoyó su pie derecho en el camino, Elena se desvaneció.”

6 comentarios:

Nosferes dijo...

Más, más, más!!

La inquisición hizo mucho daño, en "nombre de Dios", como ellos decían.

Muy interesante la primera parte del sueño, ya tengo ganas de saber dónde se despertará Elena jaja.

Naitaal dijo...

Parece que sólo te he conseguido enganchar a ti a la historia xD.

Jojojo, ya verás ya...

tu padre dijo...

Sigue así, me gusta como escribes

amapola dijo...

me encanta!!! pero no tienes corazón... ¡mira que dejarnos así!!

Naitaal dijo...

Gracias por los ánimos papá^_^.

Y eso es estrategia, no tiene nada que ver con el corazón :-P.

Nosferes dijo...

Ya sabes cómo mantenernos en vilo para que te pidamos más capítulos xD